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Paz y Ciencia

lunes, 26 de octubre de 2009

Pensamientos sobre el amor

Hablar de amor suele ser difícil, hablar de los problemas del amor es aún más difícil. Y se encuentra, mirando alrededor, con un poco de cuidado problemas en el amor.
Estoy pensando en dos imágenes, la de la madre cuyo amor no es comunicado eficazmente al hijo y la persona cuya necesidad de amor es tan grande que pone en juego mucho de sí misma en las relaciones, dándose de bruces con la falta de reciprocidad, de mutualidad en tan intenso amor.
La madre que no sabe amar puede hacer que su hijo o hija sea aquella segunda, es decir, que necesita de amor, buscadora de amor, como dicen de la "búsqueda de sensaciones" como dimensión de personalidad.
Pocos se preocupan del amor, sin embargo es esto y no la líbido lo que determina la afluencia a las consultas, su contenido y su modo.
La madre que no sabe amar imprime una imagen distorsionada del hijo que éste introyecta. Es el amor fronterizo, entre la cordura y la locura.
El amor de aquella persona que apuesta todas sus energías por ligarse al objeto, por asociarse con otros de forma que la no manifestación en exclusiva de amor, a toda costa y en todo momento es suficiente para provocar una crisis. Son problemas del amor.
Y las dos imágenes del principio, repito, están asociadas. Como decía un médico general, generalmente poco dados en España a atender con interés los aspectos psicológicos, "¿ya habéis llegado a tus abuelos?". Es ley de vida, y esta ironía mordaz lo manifiesta aun en un tono algo "psicópata". Puesto que es un tema muy serio.
No siempre es el abuelo y la abuela desde donde se puede entender el problema de la persona que busca amor de forma desesperada, insegura e inestable pero si tiene conexión con la madre, puesto que es el medio ambiente donde ha crecido, lo que ha visto, "lo que ha mamado" se suele decir. Como refiere Piera Aulagnier en su libro "La violencia de la interpretación": el primer sorbo de vida donde se ingresa en las relaciones objetales.
El primer gesto de unión con el mundo, de pertenencia. Hablo de esas dos imágenes, caso que Winnicott estudió con fruición durante toda su vida tras ver a los bebés con sus madres y a los pacientes con éstas en la cabeza. De la clínica es donde emerge la teoría psicoanalítica, del saber de los pacientes, no del supuesto saber de alguien que está para entender el microcosmos del otro.
Se trata de la genética del amor, que está en esa díada madre-bebé que va creciendo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Da miedo ser madre. Paradojas de la vida, un hijo es el bien más preciado y deseado que podemos tener.

Amalia dijo...

Es un escrito que expone muy claramente situaciones reales.